Las escuadras de grullas surcando los cielos, con su vuelo enérgico y
sostenido y su incesante trompeteo, constituyen una imagen cotidiana y
emblemática del invierno en nuestro país. Estas enormes e
inconfundibles aves llegan a la Península hacia el mes de octubre, donde
permanecen
hasta marzo, y durante estos meses se las puede
contemplar, siempre en grupos numerosos, alimentándose en dehesas y
cultivos que abandonan al
atardecer para acudir, agrupadas en simétricas y ruidosas formaciones, hasta sus dormideros habituales.
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